La charla del jardín de infancia: Sabiduría de un profesional y un corazoncito curioso

Hace dos años, cuando mi hija estaba a punto de empezar la guardería, estaba curiosa y nerviosa. Hacía un millón de preguntas sobre cómo sería el colegio. Pero el caso es que no se creía del todo mis respuestas. Algunas preguntas surgían una y otra vez. Me daba cuenta de que estaba ansiosa.

Por suerte, mi cuñada es maestra de escuela pública y tiene 27 años de experiencia en la enseñanza de preescolar y primer grado. Así que le dije: "¿Por qué no le preguntas a la tía Aaron? Ella es la verdadera experta".

¿Y esa conversación? Oro absoluto. Me dio una idea de lo que realmente se preguntan los niños de cinco años antes de que empiece el colegio, y me recordó lo poderoso que puede ser un adulto atento y sabio.

Mi hija preguntó: "¿Y si lloro? ¿Se reirá la gente de mí?".

Dijo la tía Aaron: "Está bien. Todo el mundo llora a veces. Si te sientes mal y lloras, es totalmente normal".

Mi hija no paraba de preguntar: "¿Llevo el almuerzo o como allí?".

La respuesta es "Puedes traer el almuerzo o comer en el colegio. La mayoría de los profesores también te dejan llevar un tentempié. Eso sí, no traigas algo muy sucio. Quieres tener tiempo para disfrutarlo, no pasarte toda la merienda limpiando".

Mi hija preguntó más: "¿Qué haré en la escuela?"

La tía Aaron dijo: "Aprenderás letras y a escribir tu nombre".

Mi hija parecía orgullosa, confusa y extrañada. Me contestó: "¡Pero si eso ya lo sé!".

La tía Aaron le dedicó una sonrisa y dijo: "¡Qué bien! También aprenderás matemáticas. Pero no te preocupes, tu profesor te ayudará a ir paso a paso".

Luego vino lo mejor.

Esta maravillosa, experimentada y cariñosa profesora se inclinó, miró a mi hija a los ojos y le dijo:

"En la escuela, tendrás que aprender a ser un buen perdedor".

Explicó además: "Hay muchos niños. Se turnan para jugar. A veces se gana, pero otras se pierde. Cuando pierdes, es importante hacerlo con elegancia. Sin gritos ni enfados. Porque si lo haces, los demás no querrán jugar contigo la próxima vez. No siempre serás el mejor en todo, pero tendrás momentos en los que brillarás. Ten paciencia".

Ese momento me golpeó.

Como padres, nos esforzamos mucho por ayudar a nuestros hijos a triunfar. Pero la vida no consiste sólo en ganar. Se trata de presentarse, intentarlo de nuevo y aprender a manejar las partes difíciles. Se trata de ser amable con uno mismo, incluso cuando no eres el primero.

Mi hija se sintió escuchada, vista y animada. Después le pregunté: "¿Tienes más preguntas?". Sonrió y dijo: "No. Ahora lo sé todo".

Y tal vez, en ese momento, lo hizo.

Anterior
Anterior

El aprendizaje socioemocional empieza poco a poco

Siguiente
Siguiente

Mujeres inteligentes, decisiones valientes: ¿Amas lo que has elegido?